viernes, enero 01, 2010

2010 Coleccionismo, Museo de Recuerdos, falta de cronicidad y aterrizaje al presente

Quien viera a mi padre con su colección de libros y documentos viejos. Amarillentos ya por el paso de los años, tanto que parecieran vestigios de un tiempo que a nuestro disgusto se ha estacionado en la casa desde que tengo memoria.

 

A decir verdad, nosotros, su familia, una que otra vez molestos e incómodos con el afán de economizar espacio en la casa nos hemos preguntado cual es la razón para que permanezca rodeado de tantas reliquias inservibles y que a la vez esas reliquias ocupen una posición tan valiosa en la casa a pesar de que ha sido rara la ocasión en que lo hemos visto recurrir a ellas. Tal vez sea difícil de entender ¡sólo él lo sabe!, pero en este momento la única teoría que se me ocurre es que en sus ratos de soledad noctámbula acostumbra recorrer esos libros, cosas viejas y papeles con los ojos y que esas reliquias no son especiales por su utilidad práctica o por contener importantes datos científicos, si no por su cualidad para evocar lejanos recuerdos y protegerlo en una burbuja que le mitiga la contundencia de un tiempo cambiante  dándole un pretexto más para trasladarse y aparcarse en el pasado.

 

Yo siempre he estado en contra de la colección de cosas viejas de mi padre, pero no tanto por estética, porque hay lugares históricos que aún colmados de antigüedad han conservado su belleza por el significado que guardan y que no es custodiado por un solitario, más bien es compartido por muchos.

 

Creo que si una sola persona hace de sus dominios un museo, tal vez quede más espacio en la casa para aferrarse al recuerdo que para aferrarse a la vida presente…a la sorpresa, a vivir compartiendo cambios, evolución.

 

Entiendo que exagero al desdeñar la tradición exótica de quien le cuesta aterrizar en el presente, y lo digo también porque en este día bajo la estúpida superstición de que es de buena suerte limpiar los recovecos más importantes del hogar (al menos los míos) antes de que caiga el año nuevo sobre nosotros, he tirado las “reliquias” que aún guardaba en un mueble (cuadernos, notitas  en papel y libros) y he experimentado una nostalgia parecida a la que imagino mi padre ha de sentir. Mis cosas viejas me han llevado a verme en retrospectiva y a extrañarme a mi mismo sólo por la pendejada de no tener tantos elementos como sea posible para ayudarme a saber cuanto he cambiado. Hoy he tenido la impresión de que he confiado demasiado en la memoria y filosofando con un poco arrepentimiento por haber mandado mis cosas viejas a la mierda, me doy cuenta de que no tengo documentados gran parte de los momentos más significativos de mi vida, tengo muy pocas fotos y notas para resumir mis mejores experiencias. Los publicistas de la industria fotográfica vendían bajo la consigna de “hacer nuestros momentos inolvidables” y creo que no se equivocaban. Estoy seguro de que tener una vida inolvidable es cristalizarla en letras e imágenes con el sentido de archivarlas después de haber aprendido de ellas. Tal vez por eso no las tenga todas archivadas….por que aun no he aprendido lo suficiente. Me propongo entonces aprender de mi y de mis experiencias en la vida en todas las situaciones en las que esté tanto solo como acompañado, voy a procurar cristalizarlas todas, escribirlas, plasmarlas, fotografiarlas para nunca olvidarme a mi mismo, para aferrarme al presente, superándome hacia adelante y evitando ir a cada rato a conocerme al pasado.

 

Que curioso es recordar que cuando vivíamos en Puebla, al cuarto lleno de cosas viejas donde jugábamos cuando éramos niños mis hermanos y mi madre le llamaban “El cuarto de los trebejos” y yo siempre había creído (hasta hoy) que trebejo significaba “cosa vieja” cuando en realidad significa “utensilio, herramienta, instrumento”.  Es el mensaje que sin querer me han dado, los recuerdos son herramientas, utensilios para aprender que las decisiones con las que los originamos tienen grandes consecuencias y que representan –¿Por que no?- grandes oportunidades.

 

Recibo con gusto y nostalgia al 2010, lleno de nuevas esperanzas y  retos y no me queda nada más que decir que en esta aventura de incertidumbres llamada vida  lo único que permanece constante es el cambio, asfrontémoslo, disfrutémoslo, y nademos en él, como peces en el agua.

 

¡¡¡Feliz año a todos!!!

 

PD. Es impresionante que incluso después de haber hacer reflexión no hayamos tomado fotos del año nuevo familiar.

A diferencia de mi padre, yo prefiero compactar y mantener discretos los vestigios más importantes de mi vida: notas y fotografías, nada más.

2 comentarios:

JACQUEL (antes wrutuu88uu) dijo...

Feliz año para ti también.

Que cosa tan difícil es esa de apartarse de los recuerdos,es como cortar pedazos vivos de carne... que duelen mucho!!. A mí me pasó hace poco cuando fui a cuauti por mis tiliches, tuve que mandar a la mierda cosas estorbosas llenas de nostalgía porque no cabían en el auto, pero sigo viva jeje.

Espero que este año seas constante en el blog y que mandes a la mierda tu efecto embudo. Te mando un besote y abrazote duradero para este 2010.

liber dijo...

No tengo más que decir que está buenisimo!!!
ah!!!
lograste que lo hiciera mío, así como en las canciones, ¿sabes a qué me refiero? no toda estrofa es tal cual tu vida, pero te identificas. Así me pasó, será la temporada o sera que aprendemos muy bien estos "ritos" que todos nos podemos ver guardando una servilleta con un intento de poema escrito en un café de chinos o el boleto de cine donde besaste por primera vez, la muñeca sucia sin zapatos que tanto jugaste con ella, etc.
¡que nostalgia!