miércoles, febrero 14, 2007

En una fracción de segundo...

Oscuridad y frío. En esos días en donde pareciera que las personas exhalan humo saca el teléfono móvil de su bolsillo para consultar hora y fecha preguntándose por que a veces pierde la noción del tiempo y la respuesta más lógica que encuentra es que tal vez su vida está dejando de parecerle interesante, tal vez todos sus días acabaron por parecerse entre sí.

¡Ah¡ Cuantas cosas ha dejado postergadas y que han sido necesarias de resolver, sin embargo a veces le gusta exagerar sus plazos, le gusta clavarse la incertidumbre, tal vez eso le motive un poco.

Camina en la espesura de la noche a lo largo de una avenida en donde no hay ni un alma. Inesperadamente y justo antes de llegar al paradero de autobuses siente una presencia detrás de sí y cuando está a punto de voltear un brazo se enrosca en su cuello, como si de una anaconda sometiendo a su víctima se tratase. Siente como si le hubieran dado un golpe fuertísimo junto al abdomen.

La misteriosa mano justiciera le tapa la boca para silenciarlo por si pega algún grito. Poco después la retira de su rostro cuando nota que el inmolado ya no hace ningún esfuerzo por alarmar de aquella situación hostil, mira hacia un lado, mira hacia otro y huye en dirección hacia lo injusto.

El sujeto en cuestión cae hincado con un solo brazo intentando sostener su peso contra el suelo, una mano sobre la herida y el líquido vital derramándose de su cuerpo progresivamente.

Siente un dolor agudo, sudor frío, ojos llorosos, boca seca, presión arterial baja, debilidad, somnolencia. De repente ya no hay dolor, solo cansancio y sueño….los objetos visibles se opacan, haciéndose borrosos, desvaneciéndose.

-Dios por favor, no quiero morir te lo ruego…-

Recuerdos empiezan a invadir su conciencia: Se recuerda en un aula de clases con el codo recargado en la paleta de su silla y la palma de la mano extendida sobre su mejilla, aburrido, los días que parecen tragados por la nada, recuerda el maltrato que en ocasiones la vida le había dado, las cosas que hubiera querido hacer y nunca hizo, las traiciones de la gente, recuerda el llanto. En seguida llegan a su mente un sinfín de cosas gratas: se recuerda con su padre quemando la pirotecnia, abrazando a sus hermanos, bromeando con su madre, el cariño de su novia, reuniones familiares, entre sus amistades, cuidando a sus mascotas, escribiendo, riendo…¡Que barata hubiera sido la felicidad!.

Después de negarlo todo, de sentir temor, arrepentimiento y de desear que el tiempo volviese atrás se resigna y se siente agradecido con todo lo que ha pasado por su vida, con la gente a quien ha conocido, a quienes ha querido y lo han querido, con las experiencias que ha vivido. Desgracia y fortuna se han vuelto la misma cosa.

Todo esto pasa en una fracción de segundo mientras la sombra de la muerte diluye poco a poco su existencia.

Tal vez la muerte nos someta a todos a la misma penitencia: arrepentirse, aceptar y agradecer. Recorrer inevitablemente el sendero en donde uno de los tramos es purgatorio y el otro paraíso.

Se ha extinguido todo signo de vida, toda fuerza y voluntad. Ya no hay nada más que un cuerpo tendido en el piso con los ojos cerrados y una sonrisa levemente dibujada.

Somos tan frágiles.

Le habían clavado un objeto punzo-cortante en el costado durante una situación en la que ni siquiera había opuesto resistencia.

Al siguiente día el cuerpo es hallado boca abajo sobre un charco de sangre seca: sujeto de sexo masculino, 22 años, cabello negro, tez blanca.

Durante las investigaciones policiales para determinar el motivo del homicidio se decomisó de sus bolsillos una hoja de papel con éstas líneas escritas entre borrones y palabras sueltas:

En una fracción de segundo la explosión de un átomo creó la inmensidad del universo abatiendo la nada…

En una fracción de segundo arrasa la muerte e inicia una vida.

Una fracción de segundo para tomar una decisión. Para engañar, para mentir, para decirte la verdad, para entregarme a ti o romperte el corazón.

Una fracción de segundo entre la impunidad y justicia, entre el cielo y el infierno.

Ni siquiera uno, simplemente un fragmento.

Que ironía.

En algún momento habremos tomado el papel de simples espectadores en nuestra propia vida. Esto cambiaría drásticamente si tan solo nos diéramos cuenta que el curso de la misma puede cambiar violentamente en tan solo un instante. Por eso el tiempo a veces es difícil de entender, porque es capaz de hacer que las cosas más extraordinarias ocurran así: En una fracción de segundo.

martes, febrero 06, 2007

Rían

Día gris y aburrido, pareciera que el mundo ha quedado estático, que la vida ya no ofrece nada... el amor no ha pasado por aqui, no hay emoción ni aventura.

Se hace el silencio, nadie dice nada hasta que algo irrumpe:

- ¡Oye guey!….compadre, vamos a reírnos sin razón –Y la risa comienza, ligera en principio….y poco a poco, se va haciendo más fuerte y contagiosa.

De repente, empiezan a surgir razones catastróficas. Debían provocar tristeza, pero no lo hacían, debían provocar enojo y frustración, pero se habían pervertido.


Mágicamente el trío de idiotas se echan a reír, y la risa va colmándolo todo, depurando la desgracia. Risa redentora, recetando endorfinas a sus cerebros, relajando los músculos del cuerpo. Risa hasta que duela el abdomen y humedezcan los ojos, risa que sube la sangre a la cabeza, risa que ahoga la voz y asfixia, risa natural, risa compartida.

Reían por que era gracioso que en ese momento no habían razones para reír, por la risa misma, por el simple hecho de reírse de lo que la mayoría no lo haría.

A veces la vida se nos vuelve un drama por que ni siquiera somos capaces de reírnos de nosotros mismos. Cuando reímos así no nos avergonzamos de lo que somos, de nuestra circunstancia. Cuando tomamos las cosas con humor la vida se hace menos penosa.